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Saira B. E. C.

Books & Poetry

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Una mirada, la mejor que puedo ofrecerte, la de agradecimiento.

Simplemente porque la casualidad no existe, y que estés aquí me llena de alegría.

In The Press
Bio

Ella corrió,

yo corrí detrás…

ella siguió corriendo,

yo descansé…

supe que corría en vano.

Pon atencion, quedate con mi cancion

Fieston, desfiles en mi habitacion.

Aqui es don... de

quedo con la inspiracion...

Si se esconde subo la iluminación.

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Solo hay fronteras en el papel...

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Roger Waters, concierto CDMX

01
Oct.

Vivimos en el zócalo de la ciudad de México un día en el que el espíritu, saliendo de su cuerpo, experimento el roce de la lluvia en su piel, pero había otra razón por la que tanta piel se erizaba... Era el efecto de voz y guitarra.

08

Oct.

Campamento en Teotihuacán.
​
No obedeciendo las señales de tiempo, nos centramos en llegar a tiempo, a la hora de entrada...Alfredo iba preocupado, esa tarde mi amor enardecía por él, a pesar de su sucio humor. Cuando a l fin llegamos, después de tres transportes y caminata, el hambre se hacía presente y el frio también, el hambre lo resolvimos, escurriéndonos entre la gran fila de hambrientos jóvenes, en cuanto el frío nos mantuvo muy juntos. La lluvia delgada penetro las cerdas de la frágil tienda que nos cubría.
El sol no brillo hasta que llegamos a la punta de la pirámide del sol, lo cual nos llevó tres horas, después del desayuno en aquella casa de cálidas almas.
Roger Waters, concierto CDMX

01
Oct.

Vivimos en el zócalo de la ciudad de México un día en el que el espíritu, saliendo de su cuerpo, experimento el roce de la lluvia en su piel, pero había otra razón por la que tanta piel se erizaba... Era el efecto de voz y guitarra.

Noches en Teotihuacán.

08

Oct.

​
No obedeciendo las señales de tiempo, nos centramos en llegar a tiempo, a la hora de entrada...Alfredo iba preocupado, esa tarde mi amor enardecía por él, a pesar de su sucio humor. Cuando a l fin llegamos, después de tres transportes y caminata, el hambre se hacía presente y el frio también, el hambre lo resolvimos, escurriéndonos entre la gran fila de hambrientos jóvenes, en cuanto el frío nos mantuvo muy juntos. La lluvia delgada penetro las cerdas de la frágil tienda que nos cubría.
El sol no brillo hasta que llegamos a la punta de la pirámide del sol, lo cual nos llevó tres horas, después del desayuno en aquella casa de cálidas almas.

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